INDIA 2018
CRONICAS DEL VIAJE
PRIMERAS IMPRESIONES
DEJANOS EMPAPAR
DESCUBRIENDO UNA NUEVA CALCUTA
APRENDIENDO A MIRAR
RUMBO A PUSKAR: EL TREN
Ahora bien, ¿cómo sobrevivir a un viaje de 33h? Pues rodeado de los mejores. Si que es cierto, que hubo momentos en los que el calor, la suciedad tanto externa como la del propio cuerpo, el cansancio, el bullicio tiraba para abajo. Pero nada que no solucione un paquete de toallitas Dodot, un cepillo de dientes y un paquete de galletas (y por favor, evitar el paso por la zona de las letrinas). Gracias a que unos afortunados tuvieron sitio en la zona VIP del tren, todos pudimos tener nuestro momento para recomponernos ahí.
Parece mentira, que este viaje que se avecinaba como una pesadilla, se convirtiera en algo tan maravilloso: el conocer a gente nueva, el celebrar cumpleaños, el superar al cansancio y apatía de uno mismo, el disfrutar del paisaje... hasta poder ingeniárnoslas para celebrar misa en un vagón (tarea ardua si habéis visto alguna foto del tren), clases
AVENTURA EN EL DESIERTO
Os escribo desde la mitad del desierto de Rawla a 45km de Pakistán, al oeste de India en un campamento base para las largas travesías y safaris en Jeep, llegamos hoy a las 7.00 am después de andar 4 horas en la oscuridad y un viaje en bus de 12 horas. Nos esperaban huevos revueltos para desayunar. Para la mayoría son los primeros huevos revueltos que comemos desde de la llegada a Pushkar y qué bien nos han sentado! Pero la ciudad sagrada de Brahma también tiene secretos y los más espabilados ya han encontrado un restaurante español donde la tortilla supera casi a la de la Abuela. Como sabréis, está prohibido por ley comer carne, pescado o huevos en sus alrededores.
No os voy a engañar, el viaje en bus ha sido cansado, durmiendo de cualquier manera unos sobre otros. Despertar general repentino y bajar del bus todos confusos a penas sin saber dónde estamos con el macuto al hombro y algunas linternas frontales por grupos. Parecía que íbamos a la guerra. Gracias papá por habermela metido en la mochila sin pedírtelo. Como me ha pasado con la linterna a mi, nos suele pasar a todos a cada tanto con otras cosas. Estáis en todo, en verdad... ¡Cómo se os empieza a echar de menos! Aquí estoy en una colchoneta sobre el suelo, algunos en camastros o en chabolas. El plan era caminar por noche en la brisa fresca, ver el amanecer y dormitar durante el día, para evitar el calor de las horas puntas. Algunas teníamos miedo de no aguantar, de que hubiera bajas. Bastante gente lo está dando todo aún enferma aguantando este calor, animandose a venir. Le he preguntado al guía qué temperaturas hace y me dice que 42ºC, que no hace calor para lo que suele hacer. No me quiero imaginar cuando llega a los 52ºC. Esta noche lo que nos ha salvado era esa brisa fresquita porque también hacía bastante calor.
Las tres koreanas que vienen con nosotros en el grupo, bromeaba con que se volvían a su país, que no venían al desierto. Pobres! Están asustadas con tanto español. Jajaja... Es que Hakuna ha llegado hasta Korea, ya hay jóvenes allí adorando al Señor cada lunes. ¡Qué grande es!
A pesar del calor, cansancio y cola interminable para la ducha, con los altavoces, buena música y pollo con patatas fritas que vamos a comer casi se siente uno como en casa. La supervivencia no consiste en otra cosa que en la adaptación y el contento con lo que tienes, sobre todo aquí en el desierto. Y lo que no está en nuestras manos encomendarlo al Señor. Hoy me acordaba de cómo gente me había dicho que había que prepararse para ir a la India, pero cuando llegas te das cuenta de que en España no es fácil de practicar no tener cadena en el baño; o como nos ha pasado esta noche, dormir rodeados de sapitos, trepados por escarabajos peloteros del desierto, y escorpiones. Esto después de la primera bendición cristiana que se ha dado en este desierto.
Magnífica la Misa y Hora Santa durante el atardecer sobre una duna en mitad de la nada. Luego ha aparecido la Luna. Parecíamos los primeros pobladores de la tierra.
En verdad es tal cual, vamos cayendo poco a poco con las diferentes plagas de bacterias y virus. Casi somos más los enfermos que los sanos. Sino es descomposición son vómitos, y sino otitis, tenemos para elegir. Nos diferenciamos gracias a la botella de suero naraja radiactivo, y aunque no sea tuya y se la estés sujetando a a tu amiga la gente te preguntara: ¿cómo estás?
Y gracias a Dios que casi contamos con protomédicos como Jero y Bego. Porque al ser tantos como un regimiento las bajas y lesiones abundan. Pero keep calm and continue praying. Esto se veía venir desde el minuto 1 en la India aunque todos vayamos traficando con la solución alcohólica para la higiene de manos.
El equipo de las cartas hemos estado reservando esta información, pero suponemos que ya estareis enterados por vuestros hijos, y sino suponemos que después de 3 semanas con los polluelos lejos ya estaréis más relajados y no estaréis en modo pánico. Jajajajajajaja.
Después de esta pequeña confesión vuelvo al desierto, al safari en jeep. Una flota de jeeps nos conduce entre un oleaje de dunas, manadas de camellos y nómadas del desierto. Abdul pisaba fuerte y entre las voces y la música a tope hemos disfrutado como enanos. Daba igual el hecho de habernos tragado medio desierto. Estábamos eufóricos y a la vuelta subidos al techo de los autobuses o asomados a la ventanilla del coche. Por la noche hemos descansado un poco y a las 3 nos hemos puesto en marcha otra vez hasta las 7 de la mañana cuando hemos llegado junto con el amanecer a los autobuses, que nos esperaban en un poblado super pobre de pastores y niños sucios que pedían dinero. Es domingo el día del Señor así que poniendo unas piedras por altar hemos hecho una Misa comulgado en unión con Él y con todos. Unidos por la Comunión y el cansancio hemos cogido los macutos y hemos subido al bus, donde hemos caído como chinches. Ahora viaje de 12 horas de vuelta pero ya llenos de emoción e ilusión por volver a los compartiriados.
CALCUTA: UN DÍA EN DON BOSCO
El matutino despertar de las Calles de Calcuta no deja indiferente a nadie. Calles cochambrosas, habitáculos en plena acera, mugre a ras de suelo, amplia gama de desagradables olores, el corretear de las ratas, graznidos de cuervos, una constante y caótica sinfonía de pitidos de automóviles y el bochornoso calor húmedo. Sin embargo, es posible que a través de esta descripción, no describa cabalmente lo que veíamos todos y cada uno de los integrantes de este equipo: Encanto. La falta de dignidad es una realidad a la orden del día en Calcuta, sin embargo, fuimos a ayudar y salimos con más de lo que atesorábamos, y eso es algo que nunca podremos olvidar.
Como cada mañana, el grupo destinado a la zona de don Bosco, situado en las afueras de Calcuta, se reagrupaba entre el caos y la multitud de la ciudad en un equipo para tomar un autobús de aspecto hojalata con un calor interior sofocante. 50 jóvenes, que no se pierda ninguno. Los voluntariados en don Bosco se dividen en 3 casas: Enfermos (psíquicos y/o físicos), tuberculosos y orfanato.
La primera impresión en la toma de contacto con los enfermos, tuberculosos y huérfanos fue su timidez. Se aprecia a simple vista que el primer día todos están cohibidos y sorprendidos. Sin embargo, progresivamente y a lo largo de una semana, tras muchas sonrisas, canciones y bailes fueron abriendo su corazón hasta el punto de atar lazos e intercambiar flores y regalos (un símbolo de unión en la India: Raksha Bandhan). Parece costoso poder lidiar con gente enferma y con problemas con los que nunca nos hemos visto envueltos, sin embargo, todas las máscaras, prejuicios, miedos, aversiones e inquietudes desaparecían al cruzar el umbral de la puerta de cada uno de los centros de Calcuta. Tengo la corazonada de que esta realidad ocurre gracias a Dios, que nos usa como marionetas para cuidar impecablemente de sus predilectos. Es indescriptible el amor y paz que transmite el contacto físico y visual con los enfermos en los centros. En el centro de tuberculosos el doctor de planta nos confirmó una sorprendente y grata mejoría de salud por parte de los pacientes que habían estado en contacto con nosotros. Existen muchas curas en forma de medicamento, pero no hay mejor cura que el amor. Habíamos conseguido hacer sentir queridos a estos hombres y mujeres, y ellos nos han enseñado que siempre hay lugar para una sonrisa y amar bajo cualquier circunstancia.
Percatando la falta de amor, miseria y monotonía con la que han coexistido a lo largo de sus vidas, llama la atención la sincera expresividad de sus sonrisas, una sonrisa suya vale por 1000 de las nuestras, y es algo que hemos aprendido a valorar en este compartiriado. Vivir nuestra suerte en comparación a la suya no nos hace mejores ni peores, nos hace distintos. A pesar de ello, en mi opinión, ellos han dado zancadas de gigante para ganarse el amor eterno. A la gran mayoría de pacientes que hemos tratado, Dios les ha entregado una cruz con la cual han tenido que cargar toda su vida cargada de miseria, falta de amor y tristeza. Estos son los favoritos de Jesús, los primeros en alcanzar su presencia eterna. Nosotros, Hakuna, detestamos llamar voluntariado a nuestra labor en este país, optamos por denominarlo compartiriado. Nuestra labor aquí y en nuestra vida es compartir el peso de la cruz del prójimo. Nosotros tenemos la suerte de tener familias maravillosas que nos lo han dado todo sin dar nada nosotros a cambio. Uno de las lecciones que hemos comprendido es la necesidad de dar sin tener que recibir nada a cambio, nos sentimos tan agradecidos… Paralelamente, otra lección aprendida a través del equipo y los enfermos es la erradicación de la autosuficiencia. Debemos dejarnos hacer por ÉL, solos no podemos.
Que poco hace falta para estar bien y que poco se comparte al mundo. Realmente, quien no vive para servir, no sirve para vivir.
PUSKAR: UN DÍA EN EL BARRIO GITANO
Hoy hemos estado pintando un colegio en un barrio gitano de Pushkar. Así contado puede parecer algo pequeño y sencillo, y, realmente lo es. Es algo sencillo, igual que los niños de allí van sencillamente sin ropa y su clase consiste sencillamente en una habitación gris de hormigón con cuatro paredes y una puerta; y es algo pequeño porque la habitación de hormigón es la mitad de grande que cualquiera de nuestras cocinas y en ella se hacinan para aprender algo tan básico como contar una treintena de niños. Realmente hay mil cosas más importantes y más grandes que pintar el cole del barrio, pero como decimos aquí: el mar son gotas puestas con cariño y no cubos de agua arrojados a ciegas que contituyen un esfuerzo puntual, desmedido e incostante. Con esto quiero decir que arrojando un poco de luz sobre las paredes de hormigón lo que hacemos es regalar un pedacito de infancia a los niños gitanos; no les regalamos ropa ni les damos comida, lo que les damos es un trozo de tiempo, un trozo de verano, que para ellos supone al menos dos años de ir a clase y estudiar a todo color, un trozo de ilusión, un recordatorio de lo importantes que son.
Asi pues, día a día y poco a poco estamos pintando el cole de un color azul celeste que envuelve a los niños como el mar envuelve nuestras costas en agosto, primero con luz y después con alegría. Los niños son ahora nuestros amigos, nos reciben por la mañana a las puertas del poblado y nos conducen de la mano hasta nuestro destino, luego se quedan con nosotros en el cole mientras trabajamos y nos enseñan trucos de magia con palos, canciones y palabras en su idioma. Muchos de éstos niños tienen heridas en la piel que se extienden con horror por todo el cuerpo, otros tienen mal formaciones ( dedos de más, ojos desviados y pies doblados ) y otros incluso sufren algún trastorno mental no identificado, a demás muchos de ellos no llevan ropa. Sin embargo allí están, todos juntos en el mismo aula y con las mimas ganas de atención y cariño que cualquier niño español que vaya a clase limpio, alimentado y con amigos de su edad. La conclusión a la que quiero llegar con todo esto, es que si existe una necesidad básica en el hombre cuya falta suponga la muerte, es la necesidad de cariño, de saberse existentes y amados. Los hombres, las mujeres y los niños podemos vivir en la pobreza material más absoluta, pero lo único que nos mata, lo único que nos anula en éste mundo es la falta de existencia, la falta de reconocimiento por parte de la humanidad, la falta de dignidad al fin y al cabo. Creo que hay algo que solamente podemos regalarnos los unos a los otros: la importancia de ser alguien.
A pesar de todas estas historias que os contamos, suponemos que estais impacientes por saber si estamos bien o no, algunos os quedasteis preocupados con la última carta. Pues bien, estamos estupendamente, muy vivos y muy conscientes de la suerte que tenemos que estéis allí pendientes de nosotros y deseado abrazarnos. Nos morimos de ganas de veros, aunque aquí estamos felices y disfrutando. Creedme si os digo que os llenaría de orgullo ver como funcionamos aquí, como nos cuidamos los unos a los otros y como nos transmitimos la fuerza necesaria para continuar cada día dejándonos la piel en el barro. Muchos notaréis el cambio y realmente estamos ansiosos por demostraroslo. Sin vosotros no habría sido posible tanta ayuda, os queremos y estáis en nuestras oraciones todos los días.