REVOLCADEROS

Un revolcadero es un grupo de aproximadamente 10 personas que buscan crecer juntas en la fe. A través de esta pequeña comunidad se acompañan los unos a los otros en el camino para seguir a Cristo.

Para ello se reúnen cada 2 semanas a cenar o a tomar algo en casa de alguno del grupo, o en algún lugar recogido, siendo siempre las mismas personas y un día de la semana fijo. La dinámica del revolcadero consiste en que uno de los integrantes del grupo (cada vez uno diferente) expone durante 10-15 minutos un tema concreto que previamente ha rezado, y se ha preparado con la bibliografía aportada. Seguidamente todos los del grupo buscan desnudar el tema, “revolcarse” en una idea, también desde la experiencia, y abordarlo desde todas las perspectivas para llegar a la verdad más íntima.

CLAVES DEL REVOLCADERO

  1. ACOGIDA: Esta es una de las claves más importantes, al fin y al cabo el grupo de revolcadero se convierte en una familia eucarística, donde acogemos a todos aquellos que quieran formar parte de esta. Cuidamos los unos de los otros y nos apoyamos, y más allá del día del revolcadero, rezamos todos por todos.

 

  1. HUMILDAD: Darnos cuenta de que esto nos viene grande, la idea del revolcadero, de crear una familia eucarística, de que Dios interceda a través de la gente para que crezcamos en la fe, nos viene muy grande. Por eso hay que rezar, para que nos guíe el de arriba, dejarlo todo en sus manos, todo viene de Él.

 

  1. GENEROSIDAD Y ENTREGA: La clave del revolcadero es el amor, el Amor con mayúsculas, y el amor exigente todo lo puede, todo lo espera y todo lo soporta, y ese amor va exigir un corazón generoso, no tener miedo a que a veces cueste, porque es entonces cuando te das cuenta de que ahí hay algo grande, hay un tesoro. Así mismo necesitamos paciencia y confianza para dejarlo todos en sus manos, para darnos cuenta de que solo importa el cariño que ponemos en el día a día del revolcadero, y como cuidamos a nuestra pequeña familia.

 

  1. ÉL COMO CENTRO DE TODO: Todo viene de Él, sin Él todo deja de tener sentido, todo lo hacemos por y para Dios. Sin Dios se destruye la idea del revolcadero, se destruye la idea de crecer en la fe, es por eso por lo que empezamos con un rato de oración rezando al Espíritu Santo. Solo si ponemos este regalo en sus manos esto tiene sentido.

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